14 noviembre 2005

Cachorro de Bush vs. Cachorro de Fidel

Por Jaime E. Olivares

El entredicho diplomático entre México y Venezuela, que culminó parcialmente el lunes con el retiro de los respectivos embajadores en ambos países, parece ser la última escaramuza de una Guerra Fría que todos pensábamos que ya estaba superada, obsoleta y hasta olvidada.
La crisis en las relaciones entre los dos principales productores de petróleo de América Latina no tiene nada que ver con sus pueblos ni con disputas territoriales ni con diferencias comerciales.
Se trata, simple y llanamente, de una batalla de insultos personales entre dos mandatarios encolerizados, de opuestas tendencias ideológicas, que “se montaron en el macho” y no quieren reconocer que se excedieron en sus declaraciones al lanzarse epítetos mutuamente tras la fracasada Cumbre de las Américas, realizada en Mar del Plata, en la que murió el acuerdo continental de libre comercio conocido como ALCA.
Y en este enfrentamiento casi infantil de individualidades, tanto Fox como Chávez están arrastrando a sus pueblos detrás de ellos.
Afortunadamente no son vecinos porque, si lo fueran, esta es la hora en que la frontera común estaría repleta de cañones, minas explosivas y militares dispuestos “a defender con su vida el honor” de sus respectivos presidentes.
Es una rencilla sobre el lesionado amor propio de estos dos mandatarios, pero que tiene una raíz más profunda: la rivalidad entre ellos por el liderazgo político en América Latina.
El izquierdista presidente venezolano, Hugo Chávez, representa el renacimiento de una política socialista e idealista en América Latina, encabezada ahora débilmente por el ya legendario líder cubano Fidel Castro, que se opone a la hegemonía económica, militar y cultural de Estados Unidos.
El gobernante mexicano, Vicente Fox, del derechista Partido de Acción Nacional (PAN), se ha convertido en el principal promotor de las políticas estadounidenses en la región, especialmente la que está relacionada con el libre comercio. Dirigentes y analistas políticos mexicanos habían advertido a Fox, antes del incidente con Venezuela, que su posición de “representante de Bush” en América Latina no es la más apropiada para México.
El país azteca se había caracterizado, antes de la llegada de Fox al poder, por una política internacional independiente, respetuosa del principio de autodeterminación de los pueblos y, en general, crítica del intervencionismo estadounidense en América Latina y otros continentes.
Por eso, cuando Chávez llamó a Fox “cachorro del imperio” nadie se sorprendió demasiado, aunque todos deploraron el uso de un lenguaje tan poco diplomático, que no corresponde al de un presidente.
El estilo de Chávez se ha ido haciendo cada vez más agresivo, espontáneo y sin pelos en la lengua. “Más claro no canta un gallo”, dijo el domingo al amenazar a Fox.
Sus diatribas contra Bush no tienen límite. La diferencia es que el presidente estadounidense lo ignora y jamás ha mencionado su nombre directamente o contestado alguno de sus insultos.
Chávez se ha convertido en un amigo y discípulo de Fidel Castro. Su proyecto de Revolución Bolivariana tiene muchos elementos de la Revolución Cubana. La diferencia es que Chávez posee el dinero del petróleo para financiarlo.
Por otra parte, Venezuela no ha tenido que soportar un bloqueo comercial, como el que ha aislado a Cuba por más de 40 años, por la sencilla razón de que Estados Unidos necesita el petróleo de la nación sudamericana y no se arriesgaría a perderlo. Bush preferiría intentar una invasión o subvencionar el derrocamiento de Chávez antes que perder el petróleo venezolano.
Chávez no quiere el ALCA porque sabe que beneficia más a Estados Unidos y las grandes corporaciones que a cualquiera de los demás países involucrados. Pero también porque ALCA representa algo así como la quintaesencia del capitalismo y sería un triunfo más de la política estadounidense contra las tendencias socialistas de algunos países de la región.
Como en las décadas de los 60 y 70, el enfrentamiento entre socialismo y capitalismo vuelve a darse en América Latina y dos presidentes se han convertido en los protagonistas y líderes de esta confrontación: Fox, el cachorro de Bush, y Chávez, el cachorro de Fidel.

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