10 junio 2005

El nuevo Papa no tiene remedio

Propone la abstinencia como "la mejor manera" de combatir el SIDA; ONU proyecta que habrá 80 millones de muertes en Africa por esta enfermedad hacia el año 2025

El conservador Papa Benedicto XVI, conocido antes como Joseph Ratzinger, ha dicho hoy a los obispos africanos que la mejor manera de combatir el SIDA es mediante la abstinencia.
Un reporte reciente de las Naciones Unidas estima que para el año 2025 habrán muerto 80 millones de africanos que contrajeron la enfermedad y que el número de niños huérfanos debido al flagelo podría aumentar de los 11 millones actuales a 27 millones.
Se estima que la población total del continente africano asciende a 900 millones de habitantes. Es el segundo continente más poblado después de Asia.
Desafortunadamente los cables de agencias que informan sobre estas declaraciones no incluyen las estadísticas de las Naciones Unidas sobre la enfermedad.
Pero el Papa cree que la abstinencia es el remedio contra el SIDA.
"Causa enorme preocupación que la estructura misma de la vida africana, su fuente básica de esperanza y estabilidad, se vea amenazada por el divorcio, el aborto, la prostitución, el tráfico humano y la mentalidad del anticonceptivo, todo lo cual contribuye a la ruptura de la moralidad sexual", dijo Benedicto XVI.
Yo creo que las Naciones Unidas deberían condenar este tipo de declaraciones del Papa y de cualquier otro líder religioso o político porque están contribuyendo a la propagación de una epidemia.
Simplemente considero que debería ser ilegal hacer ese tipo de comentarios públicos, pese al enorme respeto que tengo por la libertad de expresión.
En lugar de prohibirlos, las iglesias deberían distribuir condones para evitar la propagación del SIDA y otras enfermedades venéreas, y contribuir a controlar los embarazos no deseados entre las adolescentes. Y no sólo me refiero a las iglesias católicas sino también a las sinagogas judías, las mezquitas musulmanas y los templos budistas.
La hipocresía también debe parar a nivel de los gobiernos, incluyendo el estadounidense. En este país, supuestamente el más avanzado del mundo, las adolescentes tienen más dificultades que en muchos países latinoamericanos para comprar píldoras anticonceptivas. Las píldoras sólo se venden bajo receta médica y tienen un costo demasiado alto para las jóvenes que las necesitan.
Estamos viviendo en una sociedad que estimula el sexo a través del cine, la música y los medios de comunicación, pero –en una especie de esquizofrenia colectiva- no permite utilizar los medios para protegerse de posibles consecuencias indeseadas de las relaciones sexuales.
Al igual de lo que sucede en el Vaticano, la derecha cristiana domina Washington y las consideraciones dogmáticas prevalecen allí sobre el sentido común y la ciencia.

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