23 julio 2004

El sutil encanto del neoapartheid

Por Jaime E. Olivares
La Opinión, 23 de Julio del 2004
 
California, el estado más progresista y diverso de la nación, sigue avanzando inexorablemente hacia un sistema en el que la minoría blanca monopolizará el poder económico y político, marginando a una creciente y empobrecida mayoría conformada por otros grupos étnicos.

Un nuevo paso hacia ese temible futuro lo dieron, la semana pasada, los regentes de la Universidad de California al sentar las bases para hacer más estrictos los requisitos académicos de admisión a los nueve planteles (10 si se cuenta el de Merced, en construcción) del sistema.

Esta decisión afectará en especial a los estudiantes latinos y afroamericanos de escuelas secundarias, que suman alrededor de dos tercios del total, cuyas aspiraciones de seguir estudios superiores se verán dramáticamente reducidas.

La propuesta de elevar el requisito de puntaje académico (GPA) mínimo de 2.8 a 3.1 será votada en agosto por los miembros de la Junta de Regentes. Cálculos iniciales estiman que, si se aprueba la moción, la proporción de estudiantes de secundaria hispanos elegibles para ingresar a UC bajará del 6.5% actual a 5.5%. Para los afroamericanos, la proporción bajará de 6.3% a 4.7%.

Algunos justifican la decisión diciendo que los mejores puntajes obtenidos por los estudiantes en estos últimos años hacen que se excedan las “cuotas” de admisión establecidas por el Plan Maestro de 1960. Este tipo de lógica es absurda. Es como castigar a los jóvenes por su éxito.

La medida restrictiva se suma a otras recientemente aprobadas por este prestigioso sistema de universidades públicas de California, como un alza del 14 % en el costo de las matrículas y una limitación en el número de nuevos estudiantes que pueden ingresar cada año.

El costo de las colegiaturas se incrementó en 700 dólares para el año académico 2004-05, alcanzando un total de 6,230 dólares por estudiante. Sucesivos aumentos de las matrículas desde el año 2002 han significado un alza acumulada del 60% respecto a lo que costaban los estudios en el 2001. Esto no incluye el importe de los libros ni otros gastos adicionales en que deben incurrir los estudiantes.

También este año, la UC redujo la admisión de estudiantes en 3,200 plazas y pospuso la entrada de otros 5,700 que fueron enviados opcionalmente a colegios comunitarios. El año 2004 es histórico – negativamente- para UC porque marca la primera vez que el sistema ha negado el ingreso a estudiantes que cumplían con los requisitos. Este año es también histórico porque es el que ha registrado el mayor descenso en el número de estudiantes de “minorías” admitidos en UC desde que la Proposición 209 fue aprobada por los votantes en 1998.

Una situación similar se experimenta en el otro sistema de universidades públicas de California, CSU, donde las alzas de las colegiaturas y las limitaciones de ingreso han marginado a muchos más estudiantes latinos de sus 23 planteles a lo largo y ancho del estado.

La crisis de las universidades tiene relación directa con los problemas de presupuesto del estado. Los recortes impuestos a golpe y porrazo por el gobernador Arnold Schwarzenegger, con su característico estilo “Conan el Bárbaro”, le están robando el futuro a toda una generación de jóvenes californianos, la mayoría de ellos latinos.

Bajo su gobierno, lo que impera es el concepto del negocio y la ganancia para asegurar la prosperidad de California. De este modo los planteles universitarios dejan de cumplir su función social primordial y se convierten en empresas utilitarias.

Lo decepcionante de este enfoque es que traiciona el espíritu de la fundación de las universidades públicas de California:  dar oportunidades equitativas de seguir una educación superior a todo graduado de secundaria que lo desee.

La educación es el instrumento más importante que tienen los jóvenes para acceder a la corriente socioeconómica principal de este país. El no contar con estudios universitarios condena a la mayoría a un nivel de ingresos muy inferior y a una vida de incertidumbre y estrechez.

La educación es también requisito indispensable para entrar en los cerrados círculos del poder económico y político. Es por eso que al reservar las aulas universitarias para los estudiantes blancos se perpetúa una clase dominante de ese grupo étnico y se excluye a los demás.

Hay alrededor de 995,900 jóvenes latinos de entre 15 y 19 años en California, de acuerdo a proyecciones del Departamento de Finanzas del estado, comparado con unos 932,900 blancos, 274,100 asiáticos y 172,900 negros de esa misma edad. Es fácil ver hacia dónde se dirige el futuro de California.

¿Habrá nacido ya el Mandela latino que guiará a su pueblo fuera de la inequidad?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me parece exagerado pensar que California pueda compararse a South Africa