17 julio 2004

Las elecciones del miedo
Por Jaime E. Olivares
 
La Opinión, 17 de julio de 2004 

Las elecciones presidenciales de este año, las primeras después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, estarán marcadas por el signo del miedo. Un miedo nacido de la experiencia sin precedentes de haber sufrido un devastador y artero ataque a los centros simbólicos del poderío económico y militar de la nación, pero también un miedo que ha crecido a la sombra de la engañosa y desacertada guerra contra Irak.
Tenemos un presidente que se ha puesto en una posición arriesgada en su campaña por la reelección. Aunque reconoce que no había armas de destrucción masiva en Irak y sabe que no existen pruebas verosímiles de que hubiera vínculos entre Al Qaida con Sadam Husein, no puede admitir públicamente que la guerra fue una terrible y costosa equivocación. Porque si lo hace, no sólo pierde las elecciones sino también podría enfrentar una investigación del Congreso y ser despedido, en lugar de despedirse, hacia el final de su mandato.
Entonces, al presidente George W. Bush no le queda más remedio que insistir en que la guerra valió la pena porque liberó a Irak de la tiranía de Sadam. “Irak está ahora mucho mejor de lo que estaba antes de la guerra”, afirma en sus presentaciones de campaña.
Ese es el lado “positivo” de su cruzada por la reelección: la estrategia de presentarlo como defensor de la patria, libertador de un pueblo oprimido y promotor de la democracia en el mundo. Estrategia que no ha dado los resultados esperados pues la confianza de los votantes en su manejo de Irak se ha desplomado en los últimos cinco meses.
El aspecto negativo —y el más temible— es su versión doméstica de la guerra contra el terrorismo. Una guerra que, según se nos ha informado, puede durar décadas y necesita de medidas extremas de seguridad interna para evitar nuevos ataques en territorio nacional, como los del 9-11. Medidas que están afectando la libertad y la vida cotidiana de los ciudadanos.
A la campaña del presidente Bush le conviene mantener a la gente preocupada y asustada por el terrorismo porque de esa manera los electores se distraen de la escasez de nuevos empleos para los jóvenes, de los problemas en el sistema de salud, las fallas en la educación, el déficit nacional récord y tantas otras deficiencias que aquejan al país más poderoso del planeta por falta de inversiones y de políticas adecuadas.
En el paroxismo de este ambiente de temor en el que cada semana nos obsequian con una nueva advertencia de posibles ataques, han surgido ideas tan descabelladas como la de suspender las elecciones de noviembre si se convierten en blanco de un atentado masivo.
El autor de la idea es DeForest B. Soaries, director de la Comisión Federal de Asistencia Electoral, una agencia creada por la Administración Bush, quien escribió una carta al Departamento de Seguridad Interna (DHS) y otra a los líderes del Congreso señalando la necesidad de establecer un mecanismo para postergar las elecciones en caso de un ataque terrorista antes o durante los comicios.
El reverendo Soaries, un pastor afroamericano y ex secretario de Estado de New Jersey, de afiliación republicana, también menciona en sus misivas que las fuertes medidas de seguridad en el día de las elecciones podrían intimidar a algunos votantes y causar abstencionismo.
Se esperaba que Soaries hablara este fin de semana durante la Conferencia Anual de Secretarios de Estado, que se realiza en Nueva Orleáns, donde muchos de los participantes ansían oír más detalles sobre su preocupante propuesta.
El presidente Bush no ha hecho comentarios sobre esta idea, pero más de un analista político ha señalado que postergar las elecciones sería ventajoso para él.
Condoleezza Rice, la consejera de Seguridad Nacional de Bush, descartó la posibilidad de aplazar los comicios, durante una entrevista en CNN, enfatizando que ni en la Guerra Civil ni en las dos guerras mundiales del siglo pasado se habían suspendido las elecciones presidenciales.
¿Qué evento catastrófico podría provocar la suspensión de las elecciones? Se ha mencionado un intento de asesinato del presidente o del aspirante demócrata a la Casa Blanca (John Kerry), un ataque bioquímico masivo en las mayores ciudades del país, una falla total del suministro eléctrico en el 75% del territorio nacional o un virus informático que causara la paralización completa de las computadoras y sistemas de comunicación.
Para realizar un atentado de tal magnitud los terroristas tendrían que disponer de sofisticadas técnicas, equipos y entrenamiento que no creo estén ahora a su alcance.
La democracia debe seguir y tenemos que asegurarnos de hacer fracasar cualquier intento de interrumpir las elecciones del 2 de noviembre, venga de donde venga.

Jaime E. Olivares fue editor metropolitano de La Opinión.
jaime@sierranet.us


No hay comentarios: