07 junio 2004

Licencia para el divorcio político

Por Jaime E. Olivares


El nuevo rechazo del gobernador Arnold Schwarzenegger al proyecto de ley modificado del senador estatal Gil Cedillo para dar licencias de manejar a los inmigrantes indocumentados en California, SB 1160, marca el fin de la etapa de ingenua cooperación de los líderes legislativos latinos con el ex actor convertido súbitamente en estrella de la política.

Con justa razón, los legisladores latinos californianos se sienten traicionados y ahora comienzan a darse cuenta de la jugada que les tenía preparada Schwarzenegger y sus asesores, entre los que se encuentra el tristemente célebre ex gobernador Pete Wilson.

Poco después de asumir su cargo, a fines del año pasado, el nuevo gobernador firmó la anulación de la ley promulgada a regañadientes por su predecesor, Gray Davis, que otorgaba licencias a los indocumentados, y prometió que apoyaría una nueva versión de la medida si se modificaba lo suficiente como para satisfacer sus exigencias de una mayor seguridad sobre la identidad y antecedentes del beneficiario. La promesa se rompió.

Pero hay una posible explicación estratégica para esa decisión: Resultaba mejor honrar los compromisos adquiridos con los que lo apoyaron electoralmente que contribuir a lograr las metas de los que respaldaron a su rival.

Al anular la ley, Schwarzenegger cumplió con una de sus promesas de campaña dirigidas al sector republicano del electorado que votó por él en octubre, en la elección de destitución de Davis. Además, las encuestas indicaban que alrededor del 70% de los votantes, poco informados de los detalles, no estaba de acuerdo con dar licencias a los indocumentados.

El mismo Davis demoró una y otra vez la firma de la ley de Cedillo, pero al verse enfrentado a la posibilidad de perder su cargo decidió promulgarla para atraer al electorado latino en su desesperada batalla por conservar la gubernatura. De todas maneras fue destituido y sólo la mitad de los votantes latinos lo apoyaron, la proporción más baja en todos los comicios en que el veterano político ha participado.

Con las cifras a su favor y el aura triunfalista de su primera victoria electoral, el gobernador Schwarzenegger no tuvo ningún problema, al iniciar su gestión, en convencer a Cedillo y los líderes legislativos latinos de que reformularan su proyecto y esperaran. En el fondo, lo que aparentemente buscaba era ganar tiempo y conseguir el apoyo latino para sus draconianas medidas presupuestarias que incluyeron recortes a los colegios comunitarios, las universidades y los gobiernos locales, entre otros.

La elección del latino Fabián Núñez como presidente de la Asamblea, el segundo cargo más importante en el gobierno estatal después del de gobernador, obligó a Schwarzenegger a moverse con más cuidado por el resbaladizo sendero de la política. Su trabajo conjunto con Núñez para elaborar un plan financiero “de consenso bipartidista” ha sido fundamental hasta ahora para el avance de la tramitación legislativa del presupuesto.

A tres semanas del vencimiento del plazo legal para aprobar el presupuesto para el año fiscal 2004-2005, la pregunta que surge es si el desaire de Schwarzenegger a los líderes latinos en la Legislatura, que son demócratas por abrumadora mayoría, cambiará la buena disposición de éstos a cooperar con el gobernador.

Creemos que sí habrá un cambio.

Hay 24 legisladores latinos demócratas, entre asambleístas y senadores estatales, en el Capitolio, además de dos republicanos. Una fuerza política nada despreciable, aunque no siempre unida sobre los temas que interesan a nuestra comunidad.

Muchos de estos legisladores se mostraron reticentes a aceptar las propuestas de Schwarzenegger, especialmente las que se refieren a recortes en la educación y a los fondos de las ciudades y condados. Pero habían accedido a dar ciertas concesiones con la esperanza de que el gobernador les devolvería el favor aprobando las licencias para indocumentados y otras leyes prioritarias para la comunidad latina.

Desde la semana pasada, la situación es diferente. Los legisladores latinos están ahora conscientes de que hay escasas probabilidades de que Schwarzenegger llegue a firmar la ley de licencias. Las presiones del ala derecha republicana sobre el gobernador son demasiado fuertes y su popularidad entre el electorado se mantiene alta. No necesita negociar.

Hay 29 asambleístas republicanos, y virtualmente todos los senadores estatales de ese partido, que están ahora en contra del nuevo proyecto de Cedillo. Una situación bastante diferente a la del año pasado, cuando la medida fue aprobada en la Legislatura y enviada al escritorio de Davis.

Es hora de que los líderes latinos se liberen de ese matrimonio de conveniencia con Schwarzenegger y vuelvan a luchar con todas sus fuerzas por los derechos de la comunidad que representan.



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