24 mayo 2004

Extremismo antiinmigrante

Jaime E. Olivares

24 de mayo de 2004

El congresista republicano de Colorado Tom Tancredo, conocido por sus posiciones antiinmigrantes, otra vez está haciendo de las suyas. Ahora quiere aplicar un impuesto a las remesas de dinero que los inmigrantes envían a sus familiares en sus países de origen.
De acuerdo a un comunicado de prensa, la idea le vino hace una semana después de enterarse de un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en el que se reporta que los inmigrantes enviarán este año 30,000 millones de dólares a sus familias en el exterior, la mayor parte a México.
El congresista sugirió que parte del dinero recaudado por ese impuesto iría a reforzar la vigilancia de la frontera.
Los asesores de Tancredo indican también que, aunque la idea sólo está en etapa de estudio y no hay todavía datos específicos, el impuesto podría ser del 5%. Eso significa que, además de las tarifas no del todo bajas que cobran las compañías de envíos de dinero, los inmigrantes se verán forzados a pagar ese impuesto que reduciría aún más el valor de su remesa.
Significa, además, que el fisco se estaría quedando con 1,500 millones de los dólares duramente ganados por inmigrantes que trabajan de sol a sol en los empleos más difíciles y peor remunerados.
Este sería un impuesto injusto que gravaría a un sector específico de la población y afectaría desproporcionadamente a la comunidad latina. Es el equivalente a poner un impuesto a las personas que tienen la piel canela o apellidos hispanos.
Otra de las posibilidades mencionadas por un asesor del congresista es la de reducir la ayuda monetaria a los países que reciben remesas. Es decir, castigar a las naciones de donde proceden los inmigrantes que envían dinero. ¿Por qué? ¿Por respetar el derecho de todo ser humano de desplazarse libremente dentro y fuera de su país? ¿Por no tener una economía que permita el pleno empleo y haga menos atractivo a sus ciudadanos salir al exterior para buscar trabajo?
En todo caso, como todos se darán cuenta, si se reduce la ayuda a esos países habrá menos empleos disponibles en ellos y más personas se verán impulsadas a venir a Estados Unidos en busca de oportunidades.
La idea de Tancredo es absurda, además, en otro sentido. Si su intención es perjudicar todavía más a los indocumentados para persuadirlos a que se regresen a sus países de origen, la medida que propone no los afectará tanto a ellos como a los inmigrantes legales y ciudadanos estadounidenses de origen latino (o filipino, o indio o chino).
No creo que haya estadísticas muy exactas acerca de cuál es la proporción de indocumentados entre las personas que envían dinero a sus familias en el exterior, pero estoy seguro de que el mayor volumen de dinero de las remesas viene de inmigrantes legales que viven aquí y tienen empleos un poco mejor pagados que los de los indocumentados.
Muchos de estos inmigrantes legales son ciudadanos estadounidenses —o están muy cerca de serlo— y pueden con su voto influir para que esta clase de medidas no lleguen jamás a convertirse en ley.
Tancredo, tiene un historial de promover iniciativas antiinmigrantes. Entre las más recientes, una dirigida a despojar a los indocumentados de servicios sociales básicos en Colorado. Es una propuesta de enmienda constitucional llamada Salve a Colorado Ahora, similar a la llamada SOS (Salve a Nuestro Estado) de Ron Prince, en California, prohibiría también que esos inmigrantes reciban ayuda económica del estado y permitiría a los residentes de Colorado demandar a las agencias que proveen servicios a los indocumentados.
Grupos que abogan por los derechos de los inmigrantes en Colorado entablaron una demanda para impedir que esa iniciativa llegue a la boleta electoral de noviembre, pero la Suprema Corte del estado falló en favor de la campaña de Tancredo y permitió que el comité que la apoya continúe recolectando las 68 mil firmas de votantes que requiere para ser sometida a los electores.
Tancredo forma parte del grupo extremista antiinmigrante del ala derecha republicana que va en dirección contraria a la actual tendencia legislativa de regularizar la condición migratoria de millones de trabajadores extranjeros que contribuyen a la economía de este país y al crecimiento de las empresas en que laboran.
Sólo nos cabe esperar que si Tancredo llega a convertir su idea en un proyecto de ley, éste sea rechazado en el Congreso de la misma manera que lo fue el engendro del republicano Dana Rohrabacher que buscaba convertir a los médicos y enfermeras en agentes de inmigración para que denunciaran a los enfermos indocumentados a las autoridades.

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