11 diciembre 2005

Bachelet gana primera vuelta de presidenciales en Chile

Candidato conservador Sebastián Piñera se enfrentará con ella en enero. Existe el riesgo de que la derecha vuelva a tomar el poder. Candidatura de Hirsch le restó a Bachelet el 5% que necesitaba para evitar una segunda vuelta

La socialista Michelle Bachelet, una médico pediatra que fue torturada durante la dictadura de Pinochet y vivió en el exilio por muchos años, ganó hoy las elecciones presidenciales de Chile, pero no obtuvo los suficientes votos como para evitar ir a una segunda vuelta electoral que se realizará el 15 de enero.
Las últimas cifras oficiales publicadas por el gobierno el domingo indican que se había escrutado ya el 96.02% (6,634,969 millones) de los sufragios emitidos.
Bachelet, que de triunfar en enero se convertiría en la primera mujer que llega a la presidencia en Chile, tenía un 45.87% de los votos, seguida del multimillonario candidato derechista Sebastián Piñera, con 25.48%, el ultraconservador Joaquín Lavín, 23.25%, y el izquierdista Tomás Hirsch, con 5.37%.
Los resultados de la elección revelan que no ha cambiado mucho la polarización política de los chilenos, que durante los últimos 40 años se han enfrentado en dos bloques más o menos iguales en fuerza electoral: el que prefiere el modelo capitalista estadounidense y el que aboga por un sistema socialista moderado al estilo de algunos países europeos.
La segunda vuelta electoral de enero será el ruedo en que se medirán las dos tendencias. El enfrentamiento será duro y encarnizado. Piñera, armado de los vastos recursos económicos propios y de la derecha chilena, podría emprender una campaña de miedo similar a la que lanzó Bush para ganar la reelección en Estados Unidos, tratando de convencer a los votantes que una presidenta socialista es perjudicial para los intereses económicos del país y que podría ahuyentar a los inversionistas.
El argumento en sí sería una contradicción, porque el presidente Lagos es también socialista y es el que ha impulsado el mayor flujo de inversiones extranjeras en la historia de Chile, además de firmar ventajosos tratados de libre comercio bilaterales con Estados Unidos, China y México, tres de los mercados más grandes para los productos nacionales.
Pero los votantes se dejan, a veces, impresionar por las imágenes propagandísticas y pocos son los que realmente investigan los temas de campaña.
Bachelet, de 54 años, se considera la heredera natural de los presidentes de la Concertación, una coalición de centro-izquierda que ha gobernado el país desde la caída de la dictadura en 1990.
El padre de la candidata, Alberto Bachelet, general de la Fuerza Aérea de Chile, fue también detenido tras el golpe militar de Pinochet y torturado en numerosas ocasiones. Murió en prisión de un ataque al corazón, en marzo de 1974.
Irónicamente, su hija fue nombrada ministra de Defensa por el actual presidente Ricardo Lagos. La primera mujer en América Latina en convertirse en la jefa directa de los militares.
Bachelet es soltera, agnóstica, y tiene tres hijos de padres diferentes, lo cual le ha valido críticas morales en la conservadora sociedad chilena, dominada todavía por cánones religiosos. El divorcio, por ejemplo, está vigente en este país sólo desde noviembre del 2004 y la ley que lo rige impone fuertes limitaciones.
Piñera aprovechará todos estos “puntos débiles” de Bachelet durante su campaña para desprestigiarla durante los poco más de 30 días que faltan para los comicios finales.
Aunque se supone que los votantes que apoyaron a Hirsch respaldarán a Bachelet en enero, la contrapartida es que los que sufragaron por Lavín se volcarán hacia Piñera.
De acuerdo a los resultados de hoy, Bachelet más Hirsch suman el 51% de los votos, comparado con el 48.7% para los candidatos derechistas Piñera y Lavín. Una diferencia estrecha si se considera que hubo más de 200,000 votos nulos y en blanco. Más de dos millones de electores inscritos no votaron.
Por primera vez desde 1990, existe una real posibilidad de que la derecha, todavía pinochetista, vuelva a tomar el poder en Chile.
De ocurrir esto, no habría muchos cambios en el orden económico porque Lagos ha impulsado un desarrollo que pone a Chile como modelo en el mundo. Pero sí habría cambios en el aspecto social y laboral y probablemente los grandes empresarios y las corporaciones internacionales se verían beneficiados, en desmedro de los trabajadores y de la clase media.

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